COLUMNA
El libro, celebración y algunos significados
La celebración del libro –como sabemos- instituida por la Unesco, ocurre a partir de 1996 en más de un centenar de países, porque tres escritores universales: Miguel de Cervantes, William Shakespeare e Inca Garcilaso de la Vega, habrían fallecido coincidentemente en la misma fecha, el 23 de abril de 1616.
Y ya que somos, como alguien expresara, el mejor país de Chile, agregamos nombres nuestros a esta fecha. Un 23 de abril nacieron Augusto D´Halmar (1882), primer Premio Nacional de Literatura, y Pedro Balmaceda Toro (1868), escritor casi desconocido y de prematura muerte.
Amén del papel que el libro ha desempeñado, de su historia, de las transformaciones que ha experimentado, y con seguridad continuará experimentando, las modificado en nuestro modo de leer, amén de todo aquello, ¿qué significado tiene o puede llegar a tener el libro en la vida de una persona? Revisemos tres situaciones en las cuales los libros/ la lectura han jugado un papel fundamental en la vida de quienes las vivieron:
Uno. Se llamaban Jerónimo y Josefa el abuelo y abuela maternos del escritor portugués, Premio Nobel de Literatura, José Saramago, y “eran analfabetos uno y otro”, tal como lo escribe.
Vivían de la escasez estos abuelos, de la cría de cerdos, que después del desmame eran vendidos a los vecinos de la aldea. Cuando era invierno, en la noche, y el frío arreciaba, ellos recogían de las pocilgas a los lechones más débiles y los llevaban a su cama. Así, el calor de los humanos libraba a los animalitos de una muerte segura, y ellos protegían su pan de cada día. El escritor recuerda además, que en noches calurosas de verano, se iba con su abuelo a dormir bajo una higuera que estaba cerca de la casa que habitaban.
Allí, observando las estrellas en el cielo despejado, y mientras sentía que el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y sucesos que el abuelo iba contando: leyendas, apariciones, muertes antiguas, escaramuzas de todo tipo (“de palo y piedra”, como él dice), palabras de antepasados.
Saramago, que anduvo descalzo por su aldea hasta los 14 años, pudo haber sido pastor como su abuelo, analfabeto como ellos, pero se convirtió en escritor, transformando esas personas comunes en personajes literarios y rescatando, por medio de la literatura, todo aquello que le tocó vivir.
Dos. Un prisionero en la selva colombiana, un profesor que fue rehén durante varios años, agobiado por las enfermedades, por la desnutrición, por la falta de privacidad, por las humillaciones.
Para preservar su dignidad, para conservar su cordura, se le ocurrió la siguiente locura: clavó tres palos en la tierra y decidió que serían sus alumnos. A ellos les habló y enseñó de economía, de política, de historia, de literatura. Un día, uno de sus captores, comandante de la tropa que lo mantenía prisionero, vio la escena, en la que los tres palos tomaban lecciones y decidió pasarle al profesor, libros. Así, el prisionero tuvo la oportunidad de volver a leer al poeta Homero, y encantarse y maravillarse con las hazañas que éste relata de Héctor y de Ulises. “La poesía me alimentó”, diría luego de ser liberado.
Tres. El actor escocés Sean Connery, recordado por su papel de James Bond y tantos otros filmes, hablando alguna vez de su origen humilde, recordó que su cuna cuando bebé era el cajón de un escritorio. Su destino, a partir de ahí, no era muy prometedor. Luego de esta confesión el actor dijo: “Es cierto que mi origen fue poco auspicioso, pero a los cuatro años me ocurrió un milagro: aprendí a leer”.
¿Qué significado tuvo para estas personas el libro y la lectura? Para uno, rescatar del olvido, por medio de la literatura, a seres humildes, que tuvieron un enorme significado para él y llegar con ellos, en la memoria, al sitial literario más alto como es la obtención del Premio Nobel.
Al profesor le permitió sentirse más digno, conservar la cordura, y hacer que en medio de condiciones muy adversas, continuara brillando para él, el conocimiento, la poesía. Para alguien que dormía en el cajón de un escritorio, y cuya vida en tales condiciones no tenía demasiada proyección, le facilitó el camino para convertirse en un gran actor.
En suma, para cada uno de ellos significó un cambio vital, un chispazo en algún momento de sus vidas, para rescatarlas, mantenerlas o modificarlas.
¿Y qué puede significar el libro para quienes no somos grandes escritores, no hemos estado prisioneros en selva alguna ni somos conocidos actores? Creo que parte de la respuesta está en una reflexión de Ernesto Sábato, escritor argentino, que en el contexto de un plan de lectura para los jóvenes de su país, escribió: “Leer les agrandará el deseo y el horizonte de la vida. Leer les dará una mirada más abierta sobre los hombres y sobre el mundo, y les ayudará a rechazar la realidad como un hecho irrevocable. Esa negación, esa sagrada rebeldía, es la grieta que abrimos sobre la opacidad del mundo”.
La realidad, que se aprecia tantas veces gris, injusta, deshumanizada, cruel en innumerables ocasiones, y es cuando pensamos que necesita ser modificada en tantos!! aspectos, y en ello pueden colaborar, por cierto, los libros, la lectura.
Hay/ hubo/ habrá personas cuyas ideas están ahí, para estar de acuerdo, para no estar de acuerdo, para modificarlas. Y acompañar así al escritor inglés que decía: “Hay hombres que miran la realidad tal cual es y se preguntan ¿por qué?; hay otros que la miran tal como debería ser y se preguntan ¿por qué no?”.
(Fuentes: El Mercurio / Punto Final)