ROCIO BERNAL, BAILAORA DE FLAMENCO

"Me di cuenta que yo era artista. Siempre lo fui"

Siendo niña, se adentró en el flamenco. Acompañaba a su madre, quien tomaba clases de danza en el Centro Español de Puerto Montt. El taconeo de las bailaoras despertó como conjuro la curiosidad de la niña Bernal. Como si el taconeo hubiera brotado de su sangre española, mantiene vivo un arte que es fuego, raíz y libertad.

Enseña flamenco lejos de la madre tierra como si fuese un acto de amor y también de resistencia: siembra duende donde nunca se ha escuchado una bulería. Casi como un deber ha abierto caminos para que este arte siga vivo, palpitando, donde menos se lo espera.

¿Cómo se produce el encuentro con el flamenco?

"Mis abuelos eran españoles y siempre en la casa hubo música española. Mi abuela no es de origen andaluz; su familia era de Puras, Valladolid y mi abuelo era catalán. Por lo tanto, ellos no tenían conciencia ni tampoco costumbres de flamenco, pero sí se escuchaba música española en general y siempre me hacían bailar. Yo soy hija única y también era nieta única en esa época".

A mediados de la década del 80, la maestra de danzas españolas Carmen Pastene impartía clases en el Centro Español de Puerto Montt. Allí asistía su madre y otras damas de la colonia a preservar costumbres hispanas. "Yo tenía cuatro años y la acompañaba a las clases; me gustaba bailar, y yo a un ladito también bailaba. Entonces la maestra le dijo a mi mamá: No te preocupes; que la Rocío tome las clases nomás, déjala que baile al lado".

Así se adentró y estudió con Pastene hasta los catorce años. Posteriormente apareció Patricia Morales, profesora que venía desde Valparaíso a impartir el aprendizaje de danza flamenca.

Según explica Rocío, las danzas españolas se dividen en grandes áreas: El folclor regional, al cual pertenece la Jota, el baile nacional de España. Además, está la escuela bolera, de formación académica más técnica; es música española orquestada con ballet clásico y castañuelas, la Danza Estilizada y finalmente el Flamenco, sobre el cual declara: "Yo estudié todo eso hasta la adolescencia, y ahí siempre me gustó mucho más el flamenco que lo folclórico". En su perfeccionamiento, también tuvo como maestro a Ricardo Alvarado, director de la Compañía de Flamencos Ecos Andaluces quien viajaba desde Valdivia, a impartir clases al Centro Español.

Tras egresar del colegio, quiso estudiar danza en Santiago, única ciudad donde se podía estudiar la carrera universitaria. Pero a ella no le gustaba la capital. Su lado humanista la llevó a matricularse en Derecho, carrera donde permaneció tres años, hasta que aceptó que el arte era lo suyo. "Me di cuenta de que yo era artista, siempre lo fui, y me fui a la Universidad de Los Lagos y estudié Pedagogía en Arte, con mención en Música".

Compatibilizó sus estudios universitarios con un nuevo rol. Su maestro, que enseñaba danza en los salones del Centro Español, ya no podía continuar viajando desde Valdivia y le sugirió hacerse cargo de los talleres. De ese tiempo recuerda: "Hace poco encontré el programa impreso de mi primera presentación como profesora; el año 2007, tenía 15 alumnos. Hoy día tengo 97 inscritos en mi academia". No deja pasar oportunidad para continuar su aprendizaje tomando clases, cada vez que puede, con connotados bailaores de flamenco, reconocidos a nivel mundial, instancia que le obliga a desplazarse hasta Santiago.

En este proceso de constante aprendizaje, ¿has viajado a España?

"Sí. En el 2015 ya pude viajar a España a tomar clases y después he ido en otras cuatro oportunidades. Y siempre trato de seguir estudiando porque el flamenco es, además de complejo, muy amplio. Dentro del flamenco hay muchísimos estilos". En jerga flamenca, los variados estilos se denominan palos. Son las diferentes formas musicales que componen el universo del flamenco. Cada palo tiene su propio compás (ritmo), su carácter, su origen geográfico y su emocionalidad. Algunos son alegres y festivos; otros, profundos, oscuros, casi sagrados. Los palos sirven de base para cantar, tocar y bailar flamenco. A través de ellos, el arte flamenco se organiza y se expresa; entre algunos destacan: soleá, alegrías, bulerías, seguiriyas, tientos y tangos, fandangos, taranta, minera, granaína, etc. Y así podríamos nombrar más de 50 palos, cada uno con su historia, su eco y su misterio. En el Centro Español permaneció enseñando hasta el año 2020, pero debió buscar un espacio más grande. "Mi escuela ya había crecido, tenía mucha gente bailando conmigo y se me dio la posibilidad de arrendar un local en el Arena Puerto Montt. En enero del 2020 nos mudamos allí. Se remodeló el espacio, se instalaron espejos, piso y tablao".

Pero dos meses más tarde llegó la pandemia del Covid y no pudo abrir. Hasta que, con el pasar del tiempo, las medidas sanitarias permitieron que, paulatinamente y en grupos reducidos, se abriera su salón. Con tus viajes a la Madre Patria, ¿cómo es enseñar flamenco fuera de España, a miles de kilómetros, en Puerto Montt?

"Muy distinto y también es difícil. Tuve que dar a conocer mi trabajo. Y la mejor manera de uno mostrar su trabajo es a través de los alumnos. Hay que preparar gente, enseñarle la técnica, hasta para que ellos después en algún momento puedan demostrar lo que han aprendido. En ese sentido es difícil hacerlo a la carrera, digamos, porque requiere tiempo para poder preparar personas. O sea, yo tengo personas conmigo que ya llevan bailando 15 años, que empezaron a los 7 años".

Su elenco es el mejor reflejo de su trabajo, y se refiere así. "A ellas les pude entregar todos mis conocimientos y hoy no necesitan estar conmigo al lado para bailar bien".

¿Existen diferencias entre el flamenco original y lo que se puede hacer aquí?

"Claro. Es enorme la diferencia, porque allá, en Andalucía, que es la cuna del flamenco, todo gira en torno al flamenco. La vida de las personas gira en torno al flamenco. Las celebraciones son con el tío que toca la guitarra, la abuela que es cantadora. No son profesionales, pero ellos nacen con eso, lo tienen tan arraigado culturalmente, que en el fondo es como una cosa del diario vivir".

¿Los niños bailan desde muy pequeños?

"Niños y niñas, tampoco hay prejuicios con el tema de la danza de los varones, como acá. Porque es algo folclórico. Acá no, acá es una disciplina, una técnica, una disciplina artística, además súper alejada también culturalmente, aunque cada vez menos".

Originario del siglo XVIII, el flamenco es el resultado de la fusión cultural entre los gitanos, los moriscos, los judíos y los pueblos indígenas de Andalucía. Esta mezcla creó un estilo único, reflejando la diversidad y la riqueza cultural de la región ubicada al sur de la península ibérica. En el rescate y difusión de tales elementos culturales otros actores también han aportado, especialmente a partir de los años 70. En el cine Carlos Saura, dirigió películas como Bodas de Sangre, Carmen, El Amor Brujo y otras.

A lo largo de la historia, figuras como Ramón Montoya revolucionaron la técnica de la guitarra flamenca, mientras que cantaores como Camarón De La Isla y La Niña De Los Peines llevaron el cante a nuevos niveles de expresión. Bailaoras y bailaores han llevado el flamenco a nivel internacional como Cristina Hoyos y Antonio Gades o el mismísimo Joaquín Cortés, quien en un concepto más estilizado y comercial ha promovido la danza. Sobre este último bailarín, Rocío expresa algunos reparos: "Cuando las personas estudian danza contemporánea o clásica y después flamenco, se nota la formación académica. Se pierde un poco la cosa purista que tiene el flamenco versus quienes han sido siempre bailadores de flamenco".

El flamenco es música, cante, toque, baile y también modo de sentir; fue declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La organización lo incluyó en su Lista Representativa el 16 de noviembre de 2010. ¿Qué tiene de particular el flamenco que la gente quiere aprenderlo?

"El flamenco es también una forma de resistir, de contar lo que no tiene palabras, de hacer del cuerpo un territorio político, poético y sagrado. Es una disciplina que requiere mucha constancia, mucho trabajo diario, más allá del trabajo de la clase, también, que tiene múltiples beneficios. Es un trabajo técnico, pero no se vive como lo vive el pueblo andaluz. Sin duda".

En el flamenco hay cosas que se sienten más de lo que se pueden explicar. Ese misterio que todo el mundo nombra, pero nadie puede atrapar. El poeta Federico García Lorca decía que el duende no viene si no se le llama con el corazón roto. No es una técnica, ni una postura, ni una nota exacta. Es una presencia que llega. A veces en medio del cante, otras en un gesto del baile o en el silencio tenso entre dos compases.

¿Te atrapa el duende con cierta frecuencia?

"Sí, por supuesto. Ahí está justamente la magia del flamenco. De allí que este género sea bastante dramático; proviene del cante, que es la primera manifestación. Después de eso, el baile y así. Y dentro de los cantes flamencos, como el cante hondo y el cante chico. El cante chico es como, pertenece a todos los géneros que son más bien festivos, como lo más alegre, lo más liviano, digamos. Y el hondo, que es el cante profundo, donde están todos los palos que tienen un origen más dramático, más melancólico". Pero el flamenco es más que técnica. Es cuando el arte te atraviesa y ya no sabes si estás bailando tú o el universo baila contigo. Es cuando el cante duele y al mismo tiempo te libera. "Hay que recordar que el pueblo ha sido un pueblo marginado a lo largo de la historia en España. Andalucía es una región que no es rica en recursos naturales. El sur español siempre ha sido uno de los territorios más pobres de la península “.

¿Por qué el flamenco requiere tanta expresividad a la hora de interpretarlo?

"Exactamente. Hay muchos estilos que son muy desgarradores. Es cosa de ver en las caras a las mujeres bailando. Siempre nos preguntan por qué estamos tan enojadas cuando bailamos. En realidad, no estamos enojadas. Depende de lo que estemos bailando o lo que queremos decir con el cuerpo y con la cara, pero también muchas veces estamos sufrientes porque tenemos que ser coherentes con lo que estamos bailando".

Cuando enseña alguna coreografía, muchas veces sus alumnas le preguntan "¿Cómo se baila esto? ¿Qué cara tenemos que poner?". Ella les responde: "Yo no puedo decirle qué cara tiene porque esto no es un ballet estilizado, donde todas tienen que sonreír al mismo tiempo. El flamenco se siente muy personal. Entonces, así mismo tengo que interpretarlo. Y dentro de una misma coreografía yo puedo pasar por muchos estados de ánimo".

¿Qué tiene el flamenco que no tiene otro baile?

" Es integral porque, además de disociar el cuerpo, desarrolla una alta motricidad, oído, trabaja mucho el contratiempo, la interpretación, matices, teatralidad, además de desarrollar el oído musical para conocer y diferenciar los palos, y a lo que le canta cada uno, por lo que también conoces la historia del pueblo andaluz, sus orígenes y cultura". Para complementar la visión que sostiene sobre el flamenco, Rocío Bernal agrega. “De niña tomé clases de ballet, lo que me ayudó mucho por la técnica académica, también por hobby bailo salsa, de todo se aprende algo, pero lo que he encontrado en el flamenco, no lo he encontrado en otros géneros, me refiero a lo completo de la disciplina”.

Complementa su respuesta citando a Farruquito, uno de los grandes bailadores de flamenco contemporáneos: "La magia que tiene el flamenco es hacer parecer fácil algo que es muy difícil". Una característica única del flamenco es el compás, un complejo patrón rítmico que varía entre los diferentes palos. Esta estructura es esencial y desafía tanto a músicos como a bailarines a mantener una precisión meticulosa.

La escala frigia, predominante en su musicalidad, junto con el uso intensivo del modo frigio dominante, confiere al flamenco su sonoridad característica, cargada de tensión y emoción, distintiva de otros géneros musicales.

La destacada bailaora puertomontina responde sobre cuánto de improvisación cabe en el baile flamenco. "Hay establecida cierta estructura a través de la música que no se puede llegar y meter un corte o una patada en cualquier momento. Se puede improvisar en la medida en que se conozca del flamenco. No sólo basta con que yo sepa bailar; tengo que conocer también dónde va la guitarra, en qué momento va a entrar el cante, cómo lo remato, cómo lo cierro, porque el flamenco es una triada: cante, toque, guitarra; cada cosa se respeta. Yo no puedo poner un zapateo cuando el cante está comenzando, porque el cantador se enojaría, porque ese es su momento".

A través de su gestualidad y la pasión que la desborda, al hablar sobre su arte, recorrimos un viaje misterioso por la grieta de la voz desgarrada, el temblor frenético del cuerpo y la guitarra sonando rasgueo y golpe, hasta el corazón andaluz.

Se dice que en el flamenco, los grandes momentos no se miden por la precisión, sino por si hubo o no duende. Y no es solo el artista quien lo siente: también lo percibe quien mira, quien escucha y por cierto quien lee.