PERSONAJE │JUAN STUDER MARDONES
"El señor de los pinitos"

Nació en Temuco hace 56 años. Estudió contabilidad en el Liceo Comercial Tiburcio Saavedra; tras egresar de quinto año, ejerció por breve período en el área de la contabilidad. Por razones económicas no pudo acceder a la educación superior.
Studer, señala que trabajó de forma independiente en taxi colectivos, pero cambió de rubro para ser su propio jefe y se dedicó a la venta de aromatizantes para vehículos.
Aprendió el oficio rápidamente, conoció el tiempo de los semáforos e identificó las esquinas con más tránsito vehicular de todas las ciudades en que ha estado.
Lleva dos décadas itinerando desde Arica a Puerto Montt, con su stock de pinitos colgando en su pecho: una verdadera vitrina móvil. “Elegí los pinos aromatizantes porque necesitaba un producto que no pesara mucho, que no fuese perecible y que fuera fácil de trasladar”.
La vida le ha puesto pruebas, pero con una fe inquebrantable, Juan no se ha rendido. “Mi esposa estuvo afectada con el síndrome de Guillain-Barré. Pasamos momentos muy difíciles, pero yo no me he rendido porque uno tiene que luchar en la vida; en esta vida estamos de paso nada más”.
Su estampa amable le ha permitido mantenerse por más de diez años en el cruce de Avenida Presidente Ibáñez con Santa Teresa, en Puerto Montt, intersección a la que acude diariamente. Alterna sus estadías en Puerto Montt con viajes a Temuco para disfrutar de su familia.
Procura vender solo productos de calidad y al precio que él considera justo: “La empresa es americana, tiene un solo distribuidor en Chile. Un caballero me comentó que en otros puntos cobran hasta dos mil quinientos pesos por un pinito. Me preguntó por qué cobraba más barato, yo le digo, le respondí: esas son las políticas del libre mercado. Uno pide lo que más le acomoda”.
En su actividad ha conocido lo mejor y lo peor de la calle. Ha sido detenido injustamente, pero lo considera como un aprendizaje.
En las esquinas donde ha estado ha descubierto una vocación de servicio social. Cuando puede, se congrega en su iglesia, pero Juan tiene otros anhelos: “Me gustaría compartir mis experiencias haciendo consejerías, o por qué no, incursionar en la política”.
Descarta de plano que su chaleco rojo sea una cábala. “No tengo cábalas, para mí Dios es todo. Uso el rojo, porque me gusta no más. Para mí, Dios es sobre todas las cosas. Él da lo justo; nosotros ambicionamos más de lo que muchas veces merecemos”.
Juan es casado con Patricia Donat y cuenta con orgullo que ha podido educar a sus tres hijos: Paola es una TENS que trabaja en Temuco. El hijo del medio, Bastián, recientemente titulado como cirujano dentista, cumple labores en Hospital Purén y el menor Benjamín cursa el tercero medio.
Para el señor de los pinitos, la misericordia de Dios y el apoyo de su esposa han sido determinante en su proyecto familiar y ganarle a la vida. Al finalizar nos pide citar el texto bíblico Josué 1, 9 "Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas".